Pablo seguramente es el mayor “turfman”
que he conocido en mi vida. Sólo su madridismo es comparable a su pasión por
las carreras de caballos.
Pablo fue gentleman rider, de
aquellos que bajaban a montar antes de irse a clase, aquellos que se fascinaban
de las historias de Sergio Vidal, de los Callejo, de la familia Delcher, de
Jorge Horcajada… En su época de gentleman no fallaba ni un verano a las
carreras de Sanlúcar donde siempre luchaba la estadística con su amigo Luis
Alberto Urbano. Detrás de Pablo siempre estaban animando sus hermanos pequeños:
Edu, Fefo, Juan y Miki. Y no sólo era un gentleman a caballo: todo el mundo coincide en que Pablo era un
caballero fuera de las pistas. Apuesto, con buen tipo y guapete cautivaba a las
chavalas en los veranos de Sanlúcar… hasta que apareció Cuchi. Tomó la decisión
de convertirse en el mejor marido posible e hizo feliz a su mujer y a sus dos
hijos: Pao y Edu.
Licenciado en ciencias económicas
y con un MBA de prestigio, rápidamente pasó de ser responsable de cuentas en
una empresa de SEPI a ser el Director Deportivo del Hipódromo de la Zarzuela
durante los tres años más complicados con la reapertura del hipódromo y de la
actividad.
Pablo confió en mi para su
siguiente proyecto. Recuerdo su llamada : “Nos vamos a meter en un gran proyecto
donde estaremos los dos solos, pasaremos unos meses de muchísimo trabajo, pero
el día de mañana me lo agradecerás”. A mí el puesto me venía grande, muy grande
y dudé al principio. Una mirada de Pablo y su sonrisa acompañaron a su
sentencia: “si no supiese que somos capaces no montaríamos en esta carrera”.
Pablo ha sido el mejor jefe que
he tenido en la vida. Sincero, educado, constructivo a la par que exigente, de
esos que te da confianza y deja que te equivoques aun sabiendo que la decisión
que has tomado no es la mejor.
Pablo me enseñó a ser mejor persona, me enseñó
a amar a mi familia, me enseñó a respetar a mis rivales y a reconocer mis
errores. Cuando al poco de embarcarme en el proyecto a mi madre le detectaron
un cáncer de muy difícil pronóstico, Pablo me pidió permiso para hablar con
ella, para escribirla, para decirle que de esto se sale. Pablo impidió a mi
madre ser una víctima del cáncer para transformarla en una luchadora contra el
cáncer. Años después, mi madre está perfectamente sana al igual que mi padre,
al que también diagnosticaron un cáncer de pulmón. Cada vez que mi madre se
hundía la amenazaba con llamar a Pablo y miles de veces le decía: “fíjate en
Pablo, con lo mal que estaba y lo sanote que está”.
Recuerdo que cenando con él y
Gonzalo un día en el Txistu no tenía buena cara. Pensaba que eran enfados del
trabajo pero no le noté bien. Ese fin de semana se iba con Cuchi a Austria…. El
bombazo llegó el lunes con un mensaje: “El bicho ha vuelto”.
Pablo ingresó en un hospital
donde estaría casi siete meses… a veces se hundía y se ponía pesimista. Había
que hacer algo rápidamente, pues en el cáncer la mentalidad es más importante
que la quimio o los transplantes. Entonces hablé con José Carlos Lopera, que también
andaba tristón barruntando la idea de dejar España. Le dije: “Jose, quiero
comprar un caballo para Pablo, para que se entretenga pensando en matriculas,
forfaits, partants, etc.” Lopera fue claro: “tengo tu caballo perfecto, es
Covelo”. Cuando propuse la idea me parecía genial pero me daba miedo el coste
del caballo así que tanteé a los hermanos de Pablo, que rápidamente se unieron
al proyecto junto a Borja Delcher, Oscar Carrasco, Tito y amigos del cole de
Pablo como Carlos, Cristina, Álvaro… etc.
Entonces apareció Jenny que dijo que nos ayudaba con Covelo y fue la mejor
entrenadora en funciones que hemos tenido. Covelo nos dio una victoria con
Álvaro Gomez y varios segundos y terceros puestos.
Rescatamos una vieja chaquetilla
de la Cuadra Valle de Anleo, los colores con los que habían debutado Pablo, Edu
y Fefo. Y durante muchos meses Pablo se hinchaba a mandar correos y whatsapp de
las cuentas, las matriculas, la distancia, las tácticas a seguir… Yo tenía un
pacto con Pablo: debes montar a Covelo en una carrera en Sanlúcar. En una cena
que hicimos todos los coveleros en Pozuelo, Cuchi me pilló comentando la idea y
me dijo: “tonterías las precisas, Carlos.” Seguramente Cuchi no sabía que en
una de las visitas a Covelo Pablo se animó a subirse en Covelo y esa es la foto
que tenemos en el chat covelero.
Coincidió un alta de Pablo con
una carrera de Covelo así que conseguimos que vienese a ver la carrera. Covelo
siempre corría en punta para ver si no lo alcanzaban antes de la meta… siempre
pasando nervios en la recta. Recuerdo a todos los coveleros chillando a Covelo
en los últimos metros y a Pablo con una sonrisa de oreja a oreja golpeándose la
cadera como si galopase a lomos de Covelo y estuviese usando el látigo para
ganar… Vallarta nos batió por una nariz, pero ver a Pablo gritando emocionado
con Covelo ha sido mi mejor victoria.
Por aquella época, Lopera decidió
enseñar a Miki a montar a caballo y nos reíamos hablando de su debut. Después
de meses de galopes y de entrenos Miki mejoraba, aunque aún estaba fuera de
peso. Entonces Covelo se lesionó y decidimos retirarlo de la competición. Covelo
está ahora en la finca de la sobrina de Julio Iglesias con casi tantos mimos
como los que le daba Jenny.
Queríamos que Miki debutase para
que Pablo lo disfrutase y Diego Sarabia, otro caballero, nos cedió a su caballo
para que otro Font debutase con los colores de Valle de Anleo. Pablo estuvo
toda la semana nervioso. Me mandó a grabar la prueba de cajones para obtener la
licencia y le dio una clase magistral a Miki desde la cama del hospital el día
anterior. Miki debutó como lo suelen hacer los Font (todos debutaron quedando
últimos excepto Edu que debutó ganando).
Recuerdo los viajes a Sanlúcar y
a Gibraltar con Pablo, o todas las anécdotas que compartíamos con un McCallan
en la mano. Recuerdo como un día decidí que quería ser como él.
Pablo fue muy feliz. Fue marido,
hermano, padre y amigo. La noche anterior me mandó un mail de despedida donde
resumía su filosofía de vida : “Chipirón: Sé buena persona, sé feliz, cuida a
Sensi y a tu hija, cuida a mis hermanos y a mi familia, os protegeré desde allí
arriba. Un abrazo grande, te quiere.
Pablo”.