viernes, 16 de mayo de 2014

Nos vemos pronto, Pablo.

Pablo seguramente es el mayor “turfman” que he conocido en mi vida. Sólo su madridismo es comparable a su pasión por las carreras de caballos.

Pablo fue gentleman rider, de aquellos que bajaban a montar antes de irse a clase, aquellos que se fascinaban de las historias de Sergio Vidal, de los Callejo, de la familia Delcher, de Jorge Horcajada… En su época de gentleman no fallaba ni un verano a las carreras de Sanlúcar donde siempre luchaba la estadística con su amigo Luis Alberto Urbano. Detrás de Pablo siempre estaban animando sus hermanos pequeños: Edu, Fefo, Juan y Miki. Y no sólo era un gentleman a caballo:  todo el mundo coincide en que Pablo era un caballero fuera de las pistas. Apuesto, con buen tipo y guapete cautivaba a las chavalas en los veranos de Sanlúcar… hasta que apareció Cuchi. Tomó la decisión de convertirse en el mejor marido posible e hizo feliz a su mujer y a sus dos hijos: Pao y Edu.

Licenciado en ciencias económicas y con un MBA de prestigio, rápidamente pasó de ser responsable de cuentas en una empresa de SEPI a ser el Director Deportivo del Hipódromo de la Zarzuela durante los tres años más complicados con la reapertura del hipódromo y de la actividad.

Pablo confió en mi para su siguiente proyecto. Recuerdo su llamada : “Nos vamos a meter en un gran proyecto donde estaremos los dos solos, pasaremos unos meses de muchísimo trabajo, pero el día de mañana me lo agradecerás”. A mí el puesto me venía grande, muy grande y dudé al principio. Una mirada de Pablo y su sonrisa acompañaron a su sentencia: “si no supiese que somos capaces no montaríamos en esta carrera”. 

Pablo ha sido el mejor jefe que he tenido en la vida. Sincero, educado, constructivo a la par que exigente, de esos que te da confianza y deja que te equivoques aun sabiendo que la decisión que has tomado no es la mejor.

Pablo me enseñó a ser mejor persona, me enseñó a amar a mi familia, me enseñó a respetar a mis rivales y a reconocer mis errores. Cuando al poco de embarcarme en el proyecto a mi madre le detectaron un cáncer de muy difícil pronóstico, Pablo me pidió permiso para hablar con ella, para escribirla, para decirle que de esto se sale. Pablo impidió a mi madre ser una víctima del cáncer para transformarla en una luchadora contra el cáncer. Años después, mi madre está perfectamente sana al igual que mi padre, al que también diagnosticaron un cáncer de pulmón. Cada vez que mi madre se hundía la amenazaba con llamar a Pablo y miles de veces le decía: “fíjate en Pablo, con lo mal que estaba y lo sanote que está”.
Recuerdo que cenando con él y Gonzalo un día en el Txistu no tenía buena cara. Pensaba que eran enfados del trabajo pero no le noté bien. Ese fin de semana se iba con Cuchi a Austria…. El bombazo llegó el lunes con un mensaje: “El bicho ha vuelto”.     

Pablo ingresó en un hospital donde estaría casi siete meses… a veces se hundía y se ponía pesimista. Había que hacer algo rápidamente, pues en el cáncer la mentalidad es más importante que la quimio o los transplantes. Entonces hablé con José Carlos Lopera, que también andaba tristón barruntando la idea de dejar España. Le dije: “Jose, quiero comprar un caballo para Pablo, para que se entretenga pensando en matriculas, forfaits, partants, etc.” Lopera fue claro: “tengo tu caballo perfecto, es Covelo”. Cuando propuse la idea me parecía genial pero me daba miedo el coste del caballo así que tanteé a los hermanos de Pablo, que rápidamente se unieron al proyecto junto a Borja Delcher, Oscar Carrasco, Tito y amigos del cole de Pablo como Carlos, Cristina, Álvaro…  etc. Entonces apareció Jenny que dijo que nos ayudaba con Covelo y fue la mejor entrenadora en funciones que hemos tenido. Covelo nos dio una victoria con Álvaro Gomez y varios segundos y terceros puestos.

Rescatamos una vieja chaquetilla de la Cuadra Valle de Anleo, los colores con los que habían debutado Pablo, Edu y Fefo. Y durante muchos meses Pablo se hinchaba a mandar correos y whatsapp de las cuentas, las matriculas, la distancia, las tácticas a seguir… Yo tenía un pacto con Pablo: debes montar a Covelo en una carrera en Sanlúcar. En una cena que hicimos todos los coveleros en Pozuelo, Cuchi me pilló comentando la idea y me dijo: “tonterías las precisas, Carlos.” Seguramente Cuchi no sabía que en una de las visitas a Covelo Pablo se animó a subirse en Covelo y esa es la foto que tenemos en el chat covelero.
Coincidió un alta de Pablo con una carrera de Covelo así que conseguimos que vienese a ver la carrera. Covelo siempre corría en punta para ver si no lo alcanzaban antes de la meta… siempre pasando nervios en la recta. Recuerdo a todos los coveleros chillando a Covelo en los últimos metros y a Pablo con una sonrisa de oreja a oreja golpeándose la cadera como si galopase a lomos de Covelo y estuviese usando el látigo para ganar… Vallarta nos batió por una nariz, pero ver a Pablo gritando emocionado con Covelo ha sido mi mejor victoria.

Por aquella época, Lopera decidió enseñar a Miki a montar a caballo y nos reíamos hablando de su debut. Después de meses de galopes y de entrenos Miki mejoraba, aunque aún estaba fuera de peso. Entonces Covelo se lesionó y decidimos retirarlo de la competición. Covelo está ahora en la finca de la sobrina de Julio Iglesias con casi tantos mimos como los que le daba Jenny.  

Queríamos que Miki debutase para que Pablo lo disfrutase y Diego Sarabia, otro caballero, nos cedió a su caballo para que otro Font debutase con los colores de Valle de Anleo. Pablo estuvo toda la semana nervioso. Me mandó a grabar la prueba de cajones para obtener la licencia y le dio una clase magistral a Miki desde la cama del hospital el día anterior. Miki debutó como lo suelen hacer los Font (todos debutaron quedando últimos excepto Edu que debutó ganando).

Recuerdo los viajes a Sanlúcar y a Gibraltar con Pablo, o todas las anécdotas que compartíamos con un McCallan en la mano. Recuerdo como un día decidí que quería ser como él.

Pablo fue muy feliz. Fue marido, hermano, padre y amigo. La noche anterior me mandó un mail de despedida donde resumía su filosofía de vida : “Chipirón: Sé buena persona, sé feliz, cuida a Sensi y a tu hija, cuida a mis hermanos y a mi familia, os protegeré desde allí arriba. Un abrazo  grande, te quiere. Pablo”.