martes, 4 de octubre de 2011

El sueño del Príncipe (o la satisfacción de un gin tonic)

Hace tres años fui a la subasta de Dehesa Milagro con Federico. Durante el viaje fuimos estudiando el catálogo mientras Fede me explicaba cruces de líneas, inbreedings y demás lote por lote.
El propósito era echar un vistazo a los potros de Hinojosa y Hormaeche con la clara intención de sólo mirar.
Las subastas son largas y, cuando uno tiene la barra cerca, corres el riesgo de ir a por un par de gintonics. Así que dejé a Fede en la tribuna y me acerqué a la barra a por los refrigerios.

Cuando volví a los asientos vi a Fede sonriendo. Le dí su copa y al momento vino una bella azafata a firmar la orden de compra del último ejemplar. Para mi sorpresa, se la dio a Fede…
¿Pero Fede???, ¿No habíamos quedado que sólo a mirar?? Con una sonrisa y los ojos llenos de brillo e ilusión me contó que había salido un Sulamani al ring y que no había podido evitar la tentación de levantar la mano. En fin, que el viaje pasó a ser 10.000 euros más caro. Vimos al caballo en las naves de Milagro y tenía algo especial.

Al poco tiempo Fede ofreció al Príncipe ser copropietario del caballo, cumpliendo uno de sus sueños después de más de treinta años visitando La Zarzuela, tratando de descifrar tríos ilógicos aplicando teorías de par-impar o teorías suicidas de poca probabilidad combinatoria. El Príncipe no dudó y vió su sueño cumplido.
Después de eso pasamos innumerables tardes en el Fanny debatiendo el programa del caballo, descubriendo tras las primeras carreras que era un poco tardío, pero que tenía corazón.

La gran cita era el domingo en la tercera carrera. Tras unas buenas actuaciones en lotes interesantes, era el momento de ver el corazón del caballo. Empezamos a calentar viendo el segundo de Giggolo Star, de propietario comilón como es Javier. Los nervios afloraban. Visita al ensilladero donde tanto Achtung como Caspian Boy destacaban por su aspecto. Algo más nervioso estaba el otro Comilón, Prince Trial, con Doña Ana a la cabeza de la comitiva donostiarra. Bajamos al paddock y Oscar muestra cara de confianza. Roberto sabía que era la hora de demostrar que con caballos decentes sigue siendo el de siempre, que no se le ha olvidado cómo funciona esto.
En el primer paso por meta algún valiente comenta en la grada: “ Esta carrera ya está en casa”. Federico estruja los prismáticos, el Príncipe no consigue enfocar bien la camara y le tiembla el pulso en la grabación. En la curva final, Oscar decide pegar un tironcito que le da cierta ventaja y desemboca en la recta con aires de ganador. A falta de 300 metros afloran los primeros aplausos y me giro para ver la cara de los orgullosos propietarios. Nuestros amigos y la gente que siempre se sienta al lado aplauden la fácil victoria y los dos protagonistas (humanos) de esta victoria se funden en un abrazo. Sus mujeres no saben reaccionar, pocas veces los han visto tan contentos. Deciden quedarse a aplaudir al caballo, pero les sugieren que si quieren hacerse la foto con el caballo, es hora de partir hacia el paddock.
Fuen y Emma son reacias a subir a por la Copa pero, mientras tratan de decir que no, son llevadas en volandas por los comilones a recoger la copa.
En ese momento recuerdo todo lo vivido con el caballo, el viaje a Milagro, las tardes del Fanny y la cara de felicidad al pasar el caballo por la meta… me encanta…
Dicen que esa noche el Príncipe durmió como nunca y que mascullaba entre sueños algo en alemán…
Nunca un par de gintonics dieron tanta satisfacción.


(Foto del que siempre está ahí... Maestro J.A.R.)