Después de salir de la Unidad de Oncología, tras abrazarme y llorar con mi padre por las fantásticas noticias que nos acababan de dar y haciendo un esfuerzo por dominar el temblor de piernas y las ganas de llorar me he subido al coche pensando que ha sido el mejor triunfo de nuestra vida.
Aparqué Carloszuma cuando se confirmó la terrible noticia de que mi madre sufría un cáncer de difícil cura. El peor tipo de cáncer en su peor estadío hacían presagiar unos meses terribles. Desde entonces, siempre iba de rosa, el color de la lucha contra el cáncer, el color de Carloszuma. Innumerable gente se me acercó durante estos meses para mostrarme su apoyo y decirme que sería difícil pero no imposible. He pasado unos meses viendo las carreras desde el Hospital, desde internet o junto a la cama de mi madre, dándome cuenta de lo mucho que amo el mundo de los caballos, pero que existen prioridades en la vida.
Han sido meses muy jodidos, terribles, llantosos y asquerosos. El puto cáncer tiene la manía de atacar a los mejores. Mis amigos Julien y Claudine no han dejado de preocuparse por mi madre, que los recibe en casa como unos hijos más y que vibra con sus victorias. Recuerdo la emotiva dedicatoria de Julien con Silverside, o cómo ambos se pusieron unos leggings (lo que se ve por fuera de las botas) rosas en un claro guiño a mi madre. Recuerdo a Los Comilones, los hermanos Font, que saben de lo que hablo, a Nieves, Gloria, Oscar, José, JL… cuánta gente a la que admiro se interesaba por ella… Recuerdo la regañina por ir último en el concurso de pronos de prensa y las tres semanas de remontada. Recuerdo a mis amigos de A Galopar cómo entendieron mi problema (“siempre tendrás un sitio en nuestro revista”), como Dani y Karrique de Gaceta Hipódromo me invitaban a escribir para distraerme un poco, las charlas de Fede, de Manuel, de Javi, de Pepe, de Príncipe Duero, de todos… Lo bien que se portaron José y Borja Hormaeche, así como Felipe Hinojosa, los Paganinis, los Hands Up, los Gispert, Felipe Gimeno, Miguel Méndez o el cariño por el que JAR y Tate me preguntaban por ella cada día. Recuerdo a Elena y a Manu y lo mucho que me ayudaron con Teresa mientras yo sufría en silencio.
Un recuerdo especial es para Alfa y su familia, mi querido Alfageme. Los dos lo hemos pasado fatal, pero hemos disfrutado mucho con Radio Hipódromo y la fiesta por Haiti. Un día le dije: “Alfa, no puedo seguir, al menos hasta que mi madre se cure”. Siempre con una sonrisa, siempre con unas buenas palabras y siempre con sus hijos que valen cien veces mi peso en oro. Y qué decir de David Miner que no sepáis... pues que es mejor persona que cómico!.
Seguro que me dejo a alguien, pero ya es hora de desempolvar mi cámara, mis crónicas y volver a tener la actividad normal en Carloszuma.com”.
Gracias a todos los que me habéis respetado durante estos meses, prometo “coger la forma” lo más rápido posible, aunque he de reconocer que en la tribuna y con prismáticos, la carrera se ve mucho mejor, y las tardes de los Domingos se disfrutan más viendo el futbol y el basket en familia que arreglando fotos para subirlas rápido...jejeje.
Carlos