Quise escribir pasados unos minutos después de ver en directo el Derby de Epsom, pero no pude. La impresión era grande y las imágenes se entremezclaban induciéndome incluso en un estado de vacilación. Nuestro Derby aguardaba, así como el Jockey Club francés, un domingo de emociones, así pues decidí esperar.
Quise escribir al poco de empezar la semana, pero me faltó tiempo e incluso ganas. Moralmente perplejo ante lo visto el pasado domingo sobre el tapete verde de La Zarzuela, leí unas palabras publicadas el pasado jueves en la web de un periódico nacional, o más bien el sentir del aficionado más gastronómico que tenemos en el hipódromo, don Abraham, con las cuales uno está obligado a estar de acuerdo.
Pero después de todo, uno prefiere guardar en un rincón de su corazón lo bueno y retorcer el cerebro por olvidar lo malo. Entonces, para alegrar mis sentimientos, retornaré al sábado pasado.
Sir Percy ha demostrado y demostró que si alguien quiere liderar la actual generación clásica debe batirlo. Tan simple y llano como esto, cuesta rebatirlo. Sólo el líder precoz George Washington lo tumbó el día grande de Newmarket, la primera clásica. Sin embargo, pesado por reiterativo, siempre he sentido y siento especial predilección por aquellos ejemplares que realmente afrontan la que es verdadera campaña clásica. Si no toda, por el St. Leger, sí la cruzada que supone enganchar la milla de Newmarket con la milla y media de Epsom en cuestión de cuatro semanas. Y paso por mirar de reojo el St. Leger por abatimiento. Una clásica con arrugas, pero la más clásica de todas, no lo olviden.
A la contra, la semana, como sucede siempre, sirve para documentarse bien sobre lo que opina la gente. Se juega a favor, aunque nada tiene que ver que la opinión última sea más y mejor que la primera. Sin embargo, aunque pasa más a menudo que lo que la expresión parece indicar, voy a remar contra el mundo, o casi. Entenderán que embuta a todos en el mismo saco y alce la voz para que se me oiga al menos un poco.
Sir Percy es más que un digno ganador del Derby. Se apela a los márgenes en meta, a la atropellada de un maiden para colgarse la plata o a los pies inseguros de un casi debutante que terminó cuarto como bien pudo ganar por dos cuerpos, por ejemplo. En todos esos casos, invertido el resultado, me pregunto qué valoración hubiera tenido el ganador del Derby de este año. Quiero pensar que ganó el mejor de los cuatro que disputaron la llegada.
Quizá dude porque me hacen dudar, pero lo escrito más arriba me indica claramente que no había otro mejor en el lote. Y si ganó el mejor, qué necesitará hacer Sir Percy para ganarse las albanazas de los expertos, porque las del pueblo ya las tiene.
Es un campeón que viene de lejos. Debemos remontarnos a Dr Devious, si mal no recuerdo, para encontrar un doble D; Dewhurst-Derby. Y esto, por cercano que parezca fue en 1.992. La pena fue no haberse coronado campeón europeo a la edad precoz pese a sus éxitos, al igual que le pasó al campeón de Craig, pero hablamos de top class. Lo más importante, sin embargo, parece la fiabilidad de sus performances, la capacidad de sacrificio y la versatilidad que ya nos ha demostrado. Capacidades ya que hoy ya no se destilan en los elementos que marcan las diferencias, o al menos, en claro proceso de recesión. Si esto no sirve para valorarlo en mejor medida que alguien me ilumine. Estamos plagados de ejemplares irregulares, preparados exclusivamente para la cita más importante del año, ejemplares sin riesgos, algo muy denunciado entre los aficionados. Por desgracia, aún no he escuchado un ¡aleluya!, aunque fuera de forma despectiva. Anestesia, eso que tanto nos persigue en la vida real, también lo hace cuando vemos elementos como Sir Percy, sin darle mayor importancia a lo que ha conseguido hasta el momento.
Muchos se han acordado de Blakeney, y yo de Shirley Heights, pero alguien se adelantó a comentar esto en la página de pedigreequery. Ganó un Derby con trazas de gladiador recordando en mucho a su bisabuelo Shirley Heights, recortando por la cuerda y viniendo desde Santander para peinar el poste en primera posición por milésimas.
Este es un clásico de verdad. Sir Percy se merecía estas palabras.
Quise escribir al poco de empezar la semana, pero me faltó tiempo e incluso ganas. Moralmente perplejo ante lo visto el pasado domingo sobre el tapete verde de La Zarzuela, leí unas palabras publicadas el pasado jueves en la web de un periódico nacional, o más bien el sentir del aficionado más gastronómico que tenemos en el hipódromo, don Abraham, con las cuales uno está obligado a estar de acuerdo.
Pero después de todo, uno prefiere guardar en un rincón de su corazón lo bueno y retorcer el cerebro por olvidar lo malo. Entonces, para alegrar mis sentimientos, retornaré al sábado pasado.
Sir Percy ha demostrado y demostró que si alguien quiere liderar la actual generación clásica debe batirlo. Tan simple y llano como esto, cuesta rebatirlo. Sólo el líder precoz George Washington lo tumbó el día grande de Newmarket, la primera clásica. Sin embargo, pesado por reiterativo, siempre he sentido y siento especial predilección por aquellos ejemplares que realmente afrontan la que es verdadera campaña clásica. Si no toda, por el St. Leger, sí la cruzada que supone enganchar la milla de Newmarket con la milla y media de Epsom en cuestión de cuatro semanas. Y paso por mirar de reojo el St. Leger por abatimiento. Una clásica con arrugas, pero la más clásica de todas, no lo olviden.
A la contra, la semana, como sucede siempre, sirve para documentarse bien sobre lo que opina la gente. Se juega a favor, aunque nada tiene que ver que la opinión última sea más y mejor que la primera. Sin embargo, aunque pasa más a menudo que lo que la expresión parece indicar, voy a remar contra el mundo, o casi. Entenderán que embuta a todos en el mismo saco y alce la voz para que se me oiga al menos un poco.
Sir Percy es más que un digno ganador del Derby. Se apela a los márgenes en meta, a la atropellada de un maiden para colgarse la plata o a los pies inseguros de un casi debutante que terminó cuarto como bien pudo ganar por dos cuerpos, por ejemplo. En todos esos casos, invertido el resultado, me pregunto qué valoración hubiera tenido el ganador del Derby de este año. Quiero pensar que ganó el mejor de los cuatro que disputaron la llegada.
Quizá dude porque me hacen dudar, pero lo escrito más arriba me indica claramente que no había otro mejor en el lote. Y si ganó el mejor, qué necesitará hacer Sir Percy para ganarse las albanazas de los expertos, porque las del pueblo ya las tiene.
Es un campeón que viene de lejos. Debemos remontarnos a Dr Devious, si mal no recuerdo, para encontrar un doble D; Dewhurst-Derby. Y esto, por cercano que parezca fue en 1.992. La pena fue no haberse coronado campeón europeo a la edad precoz pese a sus éxitos, al igual que le pasó al campeón de Craig, pero hablamos de top class. Lo más importante, sin embargo, parece la fiabilidad de sus performances, la capacidad de sacrificio y la versatilidad que ya nos ha demostrado. Capacidades ya que hoy ya no se destilan en los elementos que marcan las diferencias, o al menos, en claro proceso de recesión. Si esto no sirve para valorarlo en mejor medida que alguien me ilumine. Estamos plagados de ejemplares irregulares, preparados exclusivamente para la cita más importante del año, ejemplares sin riesgos, algo muy denunciado entre los aficionados. Por desgracia, aún no he escuchado un ¡aleluya!, aunque fuera de forma despectiva. Anestesia, eso que tanto nos persigue en la vida real, también lo hace cuando vemos elementos como Sir Percy, sin darle mayor importancia a lo que ha conseguido hasta el momento.
Muchos se han acordado de Blakeney, y yo de Shirley Heights, pero alguien se adelantó a comentar esto en la página de pedigreequery. Ganó un Derby con trazas de gladiador recordando en mucho a su bisabuelo Shirley Heights, recortando por la cuerda y viniendo desde Santander para peinar el poste en primera posición por milésimas.
Este es un clásico de verdad. Sir Percy se merecía estas palabras.