Hace una semana cumplí los 30 años, justo el día después de que Christophe Soumillon cumpliera los 27.
Había que celebrarlo como Dios manda, y con las expectativas de su victoria en el Prix Diane con Zarkava, decidimos montar un viaje a París ese fin de semana, para ver el Diane y celebrar por la tarde el cumpleaños.
Cuando uno se pone a pensar en qué comprarle a una persona que tiene prácticamente de todo, la verdad es que se hace difícil. Tras muchas vueltas, decidimos comprarle un buen lomo ibérico y un buen chorizo junto con unas bolsas de picos jerezanos, ya que al venir a Madrid le encantaron los embutidos españoles.
Así que, con el lomo y el chorizo en la maleta, nos plantamos el sábado por la mañana en París, en la terminal 1 de Charles de Gaulle que es lo más parecido a un arcaico laberinto. Al salir de recoger las maletas divisamos a Christophe, con unos pantalones blancos y una cazadora con los colores de Aga Khan, con su nombre bordado y una gorra de cuadros típica inglesa de las carreras.
De ahí al coche con destino a su casa (vive a unos 45 Kms) dejando a un lado el bosque de Chantilly. Vive en una casa con un gran jardín donde tiene varios pastos cercados donde tiene sus caballos, un picadero y unos diez boxes. Llegué a contar unos diez caballos, algunos en competición y otros retirados que le habían regalado (hay un tordo cuyo nombre no recuerdo y que se lo regalaron porque había ganado 14 carreras con él).
Tiene un caballo enano muy divertido y algunos caballos mustang traídos de América, de pelaje pinto (a manchas, como los de los indios de las pelis del Far West). Tiene más de 20 perros, todos con sus casetas y sus prados y una pequeña tortuga. Destacan dos dogos argentinos blancos de tamaño impresionante (son más grandes que el caballo enano).
Su mujer, Sophie, antigua Miss Francia, estaba grabando un programa que presenta en Equidia con niños pequeños. Llegó justo antes de la hora de comer. Hicimos una buena comida en el jardín, con muchas risas y comentando las carreras del Domingo. Me confirmó que viene el día 22 a montar a Flying Blue y que quiere volver a sentir el calor de la afición española.
Después de comer fuimos a Chantilly, a pisar la pista y comprobar como estaba. Era la primera vez que Zarkava corría fuera de Longchamp y quería tener todos los detalles bien atados. El recorrido de la pista denominada “del Jockey Club” no es ovalado. Es una especie de diagonal, que tras pasar junto al esplendido edificio de las caballerizas del Rey, enlaza con la curva final que es en cuesta arriba, a derechas, dejando el Chateau de Chantilly a la izquierda. A la entrada de la recta, hay una capilla a la izquierda que le llaman “La Virgen María” y en ese momento empiezan 500 metros de recta, más o menos llana, que están señalizados cada cien metros con palos que tiene una bolita naranja por cada cien metros. Él nos contó que quien llega sin caballo debajo a “La Vírgen María” no tiene nada que hacer y que para rematar bien en esa recta, había que esperar a los últimos trescientos metros. Estuvimos pisando todos los carriles de la curva y de la recta para decidir por dónde atacaría. Le pregunté que si nunca se hacía la curva al revés, a izquierdas y me dijo que sólo cuando entrenaban para preparar la mítica curva final de Epsom.

Tras hacernos unas fotos en la curva, con el Chateau al fondo (Soumillon es un gran fotógrafo), fuimos a ver el paddock y las pistas de entrenamiento, donde me impactó la pista de “Los Leones” que son más de 4000 metros en línea recta y acabando cuesta arriba. Es la pista más larga de Europa y los caballos se afinan acabando en la picada cuesta arriba. Junto a ella, la pista de “Las Aguilas”. Se llaman así por las esculturas que hay en la entrada de la pista. Las cuadras de Chantilly son especiales. Son casas, donde arriba viven los entrenadores o los mozos, y los soportales son donde estan los boxes de los caballos. Suelen ser casas forradas de hiedras con el tejado a dos aguas y con cristaleras muy antiguas. El bosque de Chantilly tiene árboles milenarios, de los que hay que abrazar entre dos personas para poder rodearlos.
Acabado el tour por Chantilly, fuimos a su casa a ver el Derby de Epsom y las carreras francesas (creo que en Lyon), donde me dejó alucinado cuando me decía antes de cada carrera qué caballo ganaría, donde correría, donde atacaría y de cuánto ganaría. Es alucinante su capacidad para memorizar caballos, que si uno va mejor en barro, que si otro es mejor a mano izquierda, que si éste se para cuando se pone en cabeza….
Estuvimos decorando el jardin con guirnaldas y farolillos para la fiesta de cumpleaños del día siguiente, así como colocando las mesas, platos y vasos de colores para el evento.
Nos dijo que el quería cenar pronto para irse a la cama a descansar porque el Domingo era un día importante para él, así que a las nueve ya estaba dormido. Nosotros caímos agotados poco tiempo después.
El Domingo fuimos al hipódromo pronto y estaba engalanado. El Prix Diane es el día de las Damas y todas las mujeres van con pamelas en la cabeza y con sus mejores galas (dentro del peculiar estilo francés, claro). Es tradición llevar una bolsa con el picnic y las botellas de vino, así que la gente saca su mantita y se sientan a comer (a las doce de la mañana) y a zurrarse a vinos.
En el interior de la pista, habían montado muchas carpas de marcas muy conocidas, donde vendían Champagne y diversos productos. Había un camión con una gran pantalla para que la gente siguiera las carreras y varias carpas de apuestas. Curiosamente no vendían comida, solo bebida y apuestas. Había gente con caros vestidos recostada encima de las mantas sacando los mejores manjares de las cestas de mimbre. Algunos tenían su sombrilla o sus sofas.
Antes de las carreras, y entre carreras, había diversos espectáculos de caballos por la pista interior… monta a la vaquera, volteo, caballos españoles con danza típica jerezana, caballos vestidos de torneos medievales.

En el cuarto de jockeys, tras recoger nuestras pulseras de propietarios, me encontré con Frankie Dettori, con el que pude charlar antes de hacerlo con C. Lemaire. Nos llevaron a comer al restaurante de propietarios, buffet por 50 euros, con una terraza que da a la tribuna reservada. Me llamó la atención que la mitad de la tribuna está reservada a las damas del Jockey Club. Saludamos a Carlos Laffon y empezamos a estudiar la primera carrera, que era de jockettas por ser el día de las Damas. Participaba un caballo de Aga Khan y alguien dijo que ese sería el día de Aga Khan… efectivamente ganó el caballo de Aga Khan, entrenado por Rouget.
Soumillon nos había dicho que le había pedido a su agente que sólo le buscara montas de caballos con una primera opción, pues ganar una carrera antes del Diane le daría moral. Y así sucedió: En la primera monta de Soumillon, venció con los colores de Aga Khan.
En la siguiente carrera nos llega un mensaje desde España. Abro el mensaje de mi padre: “ En la siguiente, el de Niarchos con Lemaire no puede perder”. Pagaba a cinco euros, así que nos dirigimos a una de las carpas a apostar. Efectivamente, Lemaire se hizo un punta a punta defendiendo la primera posición toda la recta hasta la meta.
Con el dinero fresco en el bolsillo, nos fuimos al paddock a ver a Zarkava.
Es una yegua diferente, preciosa de cara con una mirada impactante y con un físico que rezuma clase por todos lados. La yegua iba muy escoltada a los lados, me llamó la atención la seguridad del paddock de Chantilly. Recordamos las bromas con Christophe con la forma de desear suerte francesa (se desea mucha mierda) y deseábamos que tuviera suerte y todo salira bien, ya que Goldikova, con Peslier, estaba preciosa también.
El Prix Diane es espectacular, pero cuando vas siguiendo a la yegua, prácticamente última todo el recorrido mientras su compañera de colores hacía de pacemaker con la monta de Di Fede, te entran los nervios. Sabíamos que no atacaría hasta la Capilla de la Vírgen María, pero siempre estas temiendo que pase algo. Noto que se me acelera el corazón cuando Christophe le coge la cara y la saca al carril que habíamos elegido el día anterior para pasar con una pasmosa facilidad. En la pantalla enorme de France Galop salían las líneas virtuales con los metros de recta que quedaban y cuando vemos que pasa a Goldikova empezamos a aplaudir, sabiendo que la victoria era suya. Cuando quedan aún 150 metros, Soumi empieza a lanzar besos a las damas del público dedicándoles la victoria. Nuestra alegría es genial, nos vamos a un sector del pasillo de entrada de las yeguas al paddock reservado donde le esperamos para felicitarle. Cuando se acerca a donde estamos, señala a la camara y grita en español “Mierda!!” muerto de risa, mientras le felicitamos.
Entra al paddock en medio de una gran ovación mientras él aplaude y señala a la yegua, de la que ya había dicho antes varias veces que era la mejor yegua que había montado jamás.
Una vez hechas las fotos de rigor, camino al peso, recuerdo que no le podemos abrazar antes de que se pese, pero él viene hacia nosotros, me choca los cinco a la americana y me regala la mantilla con el número 3. Sorprendido, compruebo que la yegua ni había sudado. Ya estaba pensando en qué pared de mi casa la colgaría cuando la enmarcase.
Una vez pasado el ciclón, esperamos ansiosos para ir a celebrar los cumples y la victoria en el Diane. En la última carrera vuelve a montar Soumillon, pagando 35 a 1.
Recuerdo el comentario de las montas con probabilidad y le jugamos 20 euros de ganador y 20 de colocado. Se pasa la carrera en cola y cuando faltan 400 metros saca al caballo por fuera, remontando 18 posiciones y entra en meta segundo a una cabeza del primero…. Vaya monta!
De ahí a su casa a celebrar como Dios manda el cumpleaños y el Prix Diane, con más de cien invitados.La persona que introduce la tarta de cumpleaños dice: “estamos aquí para celebrar los cumpleaños de Christophe, de Dominique (Boeuf, que cumplía 40) y de Carlos, al que agradecemos que haya venido desde España”…. Me quedé sin palabras…….
Había que celebrarlo como Dios manda, y con las expectativas de su victoria en el Prix Diane con Zarkava, decidimos montar un viaje a París ese fin de semana, para ver el Diane y celebrar por la tarde el cumpleaños.
Cuando uno se pone a pensar en qué comprarle a una persona que tiene prácticamente de todo, la verdad es que se hace difícil. Tras muchas vueltas, decidimos comprarle un buen lomo ibérico y un buen chorizo junto con unas bolsas de picos jerezanos, ya que al venir a Madrid le encantaron los embutidos españoles.
Así que, con el lomo y el chorizo en la maleta, nos plantamos el sábado por la mañana en París, en la terminal 1 de Charles de Gaulle que es lo más parecido a un arcaico laberinto. Al salir de recoger las maletas divisamos a Christophe, con unos pantalones blancos y una cazadora con los colores de Aga Khan, con su nombre bordado y una gorra de cuadros típica inglesa de las carreras.
De ahí al coche con destino a su casa (vive a unos 45 Kms) dejando a un lado el bosque de Chantilly. Vive en una casa con un gran jardín donde tiene varios pastos cercados donde tiene sus caballos, un picadero y unos diez boxes. Llegué a contar unos diez caballos, algunos en competición y otros retirados que le habían regalado (hay un tordo cuyo nombre no recuerdo y que se lo regalaron porque había ganado 14 carreras con él).
Tiene un caballo enano muy divertido y algunos caballos mustang traídos de América, de pelaje pinto (a manchas, como los de los indios de las pelis del Far West). Tiene más de 20 perros, todos con sus casetas y sus prados y una pequeña tortuga. Destacan dos dogos argentinos blancos de tamaño impresionante (son más grandes que el caballo enano).
Su mujer, Sophie, antigua Miss Francia, estaba grabando un programa que presenta en Equidia con niños pequeños. Llegó justo antes de la hora de comer. Hicimos una buena comida en el jardín, con muchas risas y comentando las carreras del Domingo. Me confirmó que viene el día 22 a montar a Flying Blue y que quiere volver a sentir el calor de la afición española.
Después de comer fuimos a Chantilly, a pisar la pista y comprobar como estaba. Era la primera vez que Zarkava corría fuera de Longchamp y quería tener todos los detalles bien atados. El recorrido de la pista denominada “del Jockey Club” no es ovalado. Es una especie de diagonal, que tras pasar junto al esplendido edificio de las caballerizas del Rey, enlaza con la curva final que es en cuesta arriba, a derechas, dejando el Chateau de Chantilly a la izquierda. A la entrada de la recta, hay una capilla a la izquierda que le llaman “La Virgen María” y en ese momento empiezan 500 metros de recta, más o menos llana, que están señalizados cada cien metros con palos que tiene una bolita naranja por cada cien metros. Él nos contó que quien llega sin caballo debajo a “La Vírgen María” no tiene nada que hacer y que para rematar bien en esa recta, había que esperar a los últimos trescientos metros. Estuvimos pisando todos los carriles de la curva y de la recta para decidir por dónde atacaría. Le pregunté que si nunca se hacía la curva al revés, a izquierdas y me dijo que sólo cuando entrenaban para preparar la mítica curva final de Epsom.

Tras hacernos unas fotos en la curva, con el Chateau al fondo (Soumillon es un gran fotógrafo), fuimos a ver el paddock y las pistas de entrenamiento, donde me impactó la pista de “Los Leones” que son más de 4000 metros en línea recta y acabando cuesta arriba. Es la pista más larga de Europa y los caballos se afinan acabando en la picada cuesta arriba. Junto a ella, la pista de “Las Aguilas”. Se llaman así por las esculturas que hay en la entrada de la pista. Las cuadras de Chantilly son especiales. Son casas, donde arriba viven los entrenadores o los mozos, y los soportales son donde estan los boxes de los caballos. Suelen ser casas forradas de hiedras con el tejado a dos aguas y con cristaleras muy antiguas. El bosque de Chantilly tiene árboles milenarios, de los que hay que abrazar entre dos personas para poder rodearlos.
Acabado el tour por Chantilly, fuimos a su casa a ver el Derby de Epsom y las carreras francesas (creo que en Lyon), donde me dejó alucinado cuando me decía antes de cada carrera qué caballo ganaría, donde correría, donde atacaría y de cuánto ganaría. Es alucinante su capacidad para memorizar caballos, que si uno va mejor en barro, que si otro es mejor a mano izquierda, que si éste se para cuando se pone en cabeza….
Estuvimos decorando el jardin con guirnaldas y farolillos para la fiesta de cumpleaños del día siguiente, así como colocando las mesas, platos y vasos de colores para el evento.
Nos dijo que el quería cenar pronto para irse a la cama a descansar porque el Domingo era un día importante para él, así que a las nueve ya estaba dormido. Nosotros caímos agotados poco tiempo después.
El Domingo fuimos al hipódromo pronto y estaba engalanado. El Prix Diane es el día de las Damas y todas las mujeres van con pamelas en la cabeza y con sus mejores galas (dentro del peculiar estilo francés, claro). Es tradición llevar una bolsa con el picnic y las botellas de vino, así que la gente saca su mantita y se sientan a comer (a las doce de la mañana) y a zurrarse a vinos.
En el interior de la pista, habían montado muchas carpas de marcas muy conocidas, donde vendían Champagne y diversos productos. Había un camión con una gran pantalla para que la gente siguiera las carreras y varias carpas de apuestas. Curiosamente no vendían comida, solo bebida y apuestas. Había gente con caros vestidos recostada encima de las mantas sacando los mejores manjares de las cestas de mimbre. Algunos tenían su sombrilla o sus sofas.
Antes de las carreras, y entre carreras, había diversos espectáculos de caballos por la pista interior… monta a la vaquera, volteo, caballos españoles con danza típica jerezana, caballos vestidos de torneos medievales.

En el cuarto de jockeys, tras recoger nuestras pulseras de propietarios, me encontré con Frankie Dettori, con el que pude charlar antes de hacerlo con C. Lemaire. Nos llevaron a comer al restaurante de propietarios, buffet por 50 euros, con una terraza que da a la tribuna reservada. Me llamó la atención que la mitad de la tribuna está reservada a las damas del Jockey Club. Saludamos a Carlos Laffon y empezamos a estudiar la primera carrera, que era de jockettas por ser el día de las Damas. Participaba un caballo de Aga Khan y alguien dijo que ese sería el día de Aga Khan… efectivamente ganó el caballo de Aga Khan, entrenado por Rouget.
Soumillon nos había dicho que le había pedido a su agente que sólo le buscara montas de caballos con una primera opción, pues ganar una carrera antes del Diane le daría moral. Y así sucedió: En la primera monta de Soumillon, venció con los colores de Aga Khan.
En la siguiente carrera nos llega un mensaje desde España. Abro el mensaje de mi padre: “ En la siguiente, el de Niarchos con Lemaire no puede perder”. Pagaba a cinco euros, así que nos dirigimos a una de las carpas a apostar. Efectivamente, Lemaire se hizo un punta a punta defendiendo la primera posición toda la recta hasta la meta.
Con el dinero fresco en el bolsillo, nos fuimos al paddock a ver a Zarkava.
Es una yegua diferente, preciosa de cara con una mirada impactante y con un físico que rezuma clase por todos lados. La yegua iba muy escoltada a los lados, me llamó la atención la seguridad del paddock de Chantilly. Recordamos las bromas con Christophe con la forma de desear suerte francesa (se desea mucha mierda) y deseábamos que tuviera suerte y todo salira bien, ya que Goldikova, con Peslier, estaba preciosa también.
El Prix Diane es espectacular, pero cuando vas siguiendo a la yegua, prácticamente última todo el recorrido mientras su compañera de colores hacía de pacemaker con la monta de Di Fede, te entran los nervios. Sabíamos que no atacaría hasta la Capilla de la Vírgen María, pero siempre estas temiendo que pase algo. Noto que se me acelera el corazón cuando Christophe le coge la cara y la saca al carril que habíamos elegido el día anterior para pasar con una pasmosa facilidad. En la pantalla enorme de France Galop salían las líneas virtuales con los metros de recta que quedaban y cuando vemos que pasa a Goldikova empezamos a aplaudir, sabiendo que la victoria era suya. Cuando quedan aún 150 metros, Soumi empieza a lanzar besos a las damas del público dedicándoles la victoria. Nuestra alegría es genial, nos vamos a un sector del pasillo de entrada de las yeguas al paddock reservado donde le esperamos para felicitarle. Cuando se acerca a donde estamos, señala a la camara y grita en español “Mierda!!” muerto de risa, mientras le felicitamos.
Entra al paddock en medio de una gran ovación mientras él aplaude y señala a la yegua, de la que ya había dicho antes varias veces que era la mejor yegua que había montado jamás.
Una vez hechas las fotos de rigor, camino al peso, recuerdo que no le podemos abrazar antes de que se pese, pero él viene hacia nosotros, me choca los cinco a la americana y me regala la mantilla con el número 3. Sorprendido, compruebo que la yegua ni había sudado. Ya estaba pensando en qué pared de mi casa la colgaría cuando la enmarcase.
Una vez pasado el ciclón, esperamos ansiosos para ir a celebrar los cumples y la victoria en el Diane. En la última carrera vuelve a montar Soumillon, pagando 35 a 1.
Recuerdo el comentario de las montas con probabilidad y le jugamos 20 euros de ganador y 20 de colocado. Se pasa la carrera en cola y cuando faltan 400 metros saca al caballo por fuera, remontando 18 posiciones y entra en meta segundo a una cabeza del primero…. Vaya monta!
De ahí a su casa a celebrar como Dios manda el cumpleaños y el Prix Diane, con más de cien invitados.La persona que introduce la tarta de cumpleaños dice: “estamos aquí para celebrar los cumpleaños de Christophe, de Dominique (Boeuf, que cumplía 40) y de Carlos, al que agradecemos que haya venido desde España”…. Me quedé sin palabras…….

